En las últimas semanas, se lanzó Tengo que morir todas las noches, una serie basada en la crónica homónima de Guillermo Osorno, producida por Ernesto Contreras, que explora la cultura LGBTQ+, los cambios sociales en México y la aparición devastadora del VIH. Esta serie nos lleva a reflexionar sobre la evolución y la importancia de las campañas de concientización del VIH. Sin embargo, la integración de la temática en contenidos de entretenimiento para informar y concientizar no es nueva.
A mediados de la década de 1980, el VIH emergió como una grave preocupación de salud en México y el mundo. Ante la falta de una vacuna o cura, la información y la educación se convirtieron en nuestras principales herramientas de prevención. Hoy, en 2024, estas campañas siguen siendo cruciales.
Recordemos los hallazgos del Primer Simposio Internacional de Comunicación y Educación para el SIDA, celebrado en Ixtapa en 1990, y el estudio Comunicación y conocimiento sobre SIDA y usos del condón entre los habitantes de la Ciudad de México por Rubén Jara, Heriberto López Romo y Martha Lobo. Este estudio, basado en una encuesta a 1,748 personas mayores de 15 años, destacó el papel fundamental de la información en la prevención del VIH.
Los resultados mostraron que, aunque la población estaba bien informada sobre el VIH, solo el 9% usaba condón. La decisión de usarlo estaba directamente relacionada con el conocimiento del SIDA y la percepción del riesgo. Desde los años ochenta, el Comité Nacional de Prevención para el SIDA (Conasida) ha promovido campañas preventivas a través de diversos medios de comunicación. Estas campañas han demostrado ser vitales para aumentar la conciencia y la educación sobre el VIH.
La integración de la temática del SIDA en las telenovelas mexicanas, la podemos identificar desde 1990 con la telenovela Amor de nadie, producida por Carla Estrada, escrita por Eric Vonn, protagonizada por Lucía Méndez.
Hoy en día, la televisión abierta en México continúa incorporando mensajes para informar y concientizar sobre el VIH como Vencer la culpa, producida por Rosy Ocampo. (Véase: VIH. La conversación latente en ‘Vencer la culpa’).
Las campañas de concientización siguen siendo una herramienta esencial en la lucha contra el VIH, ayudando a informar y educar a la población, y reduciendo el riesgo de transmisión. En un mundo sin cura, la información y la educación son nuestra mejor defensa.
En este sentido, la integración de problemáticas sociales y de salud en formatos de entretenimiento para generar cambios de actitudes y comportamiento en la audiencia expuesta demuestra que la televisión puede tener alto impacto comercial y además jugar un rol en la transformación social.
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