Hacer más con menos al aprovechar los recursos naturales de cada lugar
Vivir en comunidad es uno de los mayores placeres y satisfactores que pueden experimentarse; ayuda a no sentir soledad, a verse ante los demás y así autocorregirse. Abre horizontes, genera risas, alegría y ganas de hacer planes y proyectos para estar bien.
Las comunidades hoy tienen un sentido ampliado. Si bien siempre ha sido importante vivir en comunidad para ayudarse, solucionar problemas, crecer y promover el bienestar, en la actualidad es vital ser parte de un enfoque de comunidad global. Cada país o región es quien mejor conoce sus necesidades y quien tiene el deber de trabajar en ellas, pero la visión debe ser planetaria, involucrar a todo el mundo.
Apropiarse del concepto de efemeralización, acuñado por el inventor y futurólogo Buckminster Fuller y que se refiere a la capacidad de la tecnología para hacer más con menos, tiene mucho sentido. Cada localidad es capaz de aprovechar sus recursos, experiencia, imaginación y creatividad para diseñar, inventar, innovar o probar formas en las que se puede estar mejor. Cada ciudad, comunidad o zona metropolitana puede obtener más cobertura, más servicios, más oportunidades y lograrlo con menos recursos, con menor desgaste del entorno, pero con más imaginación.
Las redes sociales y el propio internet son ejemplo de lo que es la efemeralización: un desarrollo local que puede tener como alcance el mundo.
Implicaciones en el mercado
• Las corporaciones buscan a especialistas en planificación comunitaria comprometidos con hacer de una comunidad específica un lugar mejor, para que les ayuden a diseñar programas sociales con impacto más tangible, más real, y que convenza a los mercados globalizados.
• Las principales marcas identifican que el mayor problema de las necesidades globales es que sus soluciones tardan décadas en lograrse. Se privilegian las soluciones locales, se evitan burocracias, se gana oportunidad.
• El cuidado de los recursos naturales tiene cada vez más valor. Las corporaciones que se involucran con el entorno donde se asientan y lo usan de manera sustentable, ganan reputación, credibilidad y prestigio, valores cada vez más escasos.
Implicaciones en el entorno social
• Lo colectivo necesita de formas de convivencia claras y favorables, por lo que se rechaza lo que algunos llaman la ética indolora, que exige y demanda pero que no hace nada.
• Rescatar valores tangibles e intangibles en zonas urbanas y rurales con una visión sustentable crea experiencias gastronómicas, espirituosas, musicales o teatrales que el mundo descubre y promueve como una forma de turismo pretranshumano.
Implicaciones en los consumidores
• Los millennials encabezan desarrollos comunitarios como el co-working, co-living, co-entrepreneurship, que recrean formas primarias de convivencia: trabajar en comunidad, vivir en vecindad, estudiar en educación comunitaria u organizar cooperativas.
• Crece la demanda de vivir experiencias urbanas asociadas al rescate de barrios como pasar una noche en un museo abandonado, en una antigua cárcel o en algún convento que guardan sus características esenciales; conceptos locales que al convertirse en globales pueden regresar adecuados a su lugar de origen.
• Los buenos deseos de no desperdiciar, ahorrar, reciclar, no crear un mundo obsoleto, se derrumban ante la euforia de las impresoras 3D. Es irresistible hacer ropa, paredes, muebles o una hamburguesa.
Narrativas
• Vivir en el respeto y el reconocimiento del otro es vivir en la convivencia que desarrolla una buena vida, feliz y plena. Las migraciones han construido al mundo. Las sociedades han aprendido a conciliar lo local y lo global en el multiverso.
• La coexistencia se da en lo local, al mezclarse con migrantes y crear culturas incluyentes, al incluir formas rurales y locales en la gastronomía, o bien al tomar modas de pobres y ricos para implementar diseños más universales.
• Se alienta a adoptar una autoestima responsable, la que no es para sentirse superior sino satisfecho con la vida para contagiar esa satisfacción.