Cada 27 de marzo, en México celebramos el Día del Archivista. Se reconoce así a quienes resguardan el patrimonio documental, ordenan el pasado y lo hacen accesible para el futuro. Son guardianes de la memoria institucional y cultural. Pero hay otra memoria que también merece ser celebrada: la memoria emocional.
Esa que no está en documentos, sino en gestos, frases, sonidos y escenas que se quedaron a vivir en nosotros.
La memoria que se construye en la intimidad del hogar, al reír juntos con un programa, ver un comercial, emocionarse con una historia o imitar a un personaje. Esa que no se guarda en cajas ni bases de datos tradicionales, sino en conversaciones, anécdotas y costumbres compartidas.
Esa que forma parte de lo que somos.
En cada familia hay, sin saberlo, archivistas del corazón: quienes recuerdan, quienes traen de vuelta las frases de antes, quienes guardan los rituales de ver televisión como algo entrañable.
Los contenidos que marcan a cada generación no solo entretienen: construyen formas de convivencia.
Los anuncios que hicieron “clic” no solo vendieron un producto: dejaron huella.
Y es que, en esencia, somos bases de datos emocionales.
No solo almacenamos información: resguardamos las emociones que nos dan identidad. Reaccionamos desde esa memoria afectiva, hecha de lo que nos hizo sentido, nos sostuvo o nos transformó.
Desde El Instituto, creemos que leer el archivo emocional de las audiencias es una responsabilidad enorme y profundamente humana.
Nos dedicamos a identificar lo que se queda en las personas, lo que las mueve, lo que las acompaña. Porque en un mundo saturado de datos, saber qué vale la pena conservar es un acto de sensibilidad y visión.
Los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales (ENCCA) 2024, presentada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), revelan que:
74% de las personas sigue viendo televisión abierta.
Eso significa que las memorias familiares siguen construyéndose día a día, frente a una pantalla que, lejos de desaparecer, sigue generando momentos para guardar.
¿Qué activa el archivo emocional?
En El Instituto lo exploramos todos los días.
Porque no todo se guarda… pero lo que se guarda, vale.
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